Mis ojos cerrados al vacío cubiertos de sombras mientras consumo recuerdos como basura inconclusa de nada, amontonando deseos liberados de pura sensibilidad desparramada;
Ruta inalcanzable y una caja odiosa con un fin determinado que el tiempo precioso pero para nada largo me ha regalado.
Qué importa mi cáscara con su débil relleno que importan mis huesos al dolor extremo, que importan mis manos sí parecen viento falta poco o menos portal de mis sueños.
Qué importa mi cáscara con su deber… con su débil relleno.
Qué importa mi cáscara rellena de agua que absorbe y transporta el líquido de otras generaciones.
Que importa mi cascara si en cada marca de la piel representa al tiempo y en cada vuelta controla la motricidad donde ya no hay articulaciones, ni rostro... ni cuerpo.
Camino a tu lado, escucho la fricción de tus huesos y desaparezco; persiste el vacío, persiste el silencio eran las palabras no existe el sonido, los huesos se ablandan por la hinchazón de la nada.
Hablemos, solo hablemos… de océanos profundos y de silencios eternos, de complejidades, hablemos de lo difícil, de lo imposible… que allí está la vida, que allí estoy sola, inmutable y aunque mis ojos estén distorsionados podré verte navegando en el océano tormentoso hasta que te encuentres.
En la bruma la que me llames quiero ser lo que dice y lo que la fonética prohíbe la sede de tu desesperación que opaca la alegría; la memoria; hacer el embudo con manos de viento convirtiendo en polvo de nácar tus pensamientos.
Ampliando raíces rompiendo la piedra seca debajo de los ríos diversos.
Y si luego de años me vuelves a ver no me critiques nadie más sabe de mí que yo misma